Una vez fui a uno de estos viajes de prensa, invitado a Milán por una empresa china de electrónica. En el hotel me encontré con otro periodista freelance español y, hablando de todo un poco, resultaba que ambos habíamos escrito para la misma publicación en el pasado.
«Lo único malo es lo poco que pagan, 75 euros por artículo, y luego quítale el IRPF, se te queda en nada», me dijo.
Levanté las cejas y asentí mientras pensaba «qué cabrón, a mí me pagan 60».
Las tarifas son uno de los secretos mejor guardados en esta profesión, tanto como las nóminas. En Estados Unidos y prácticamente en cualquier lugar pasa lo mismo, así que un día, una periodista y editora llamada Manjula Martin montó una página llamada Who Pays Writers, Quién Paga a los Escritores. Allí, estos profesionales pueden informar de forma anónima cuánto paga un determinado medio, qué exige o cuánto tiempo les lleva cobrar el trabajo.
Bien, con esos datos -y unas cuantas horas construyendo un Excel- vamos a calcular cuánto podría costar este artículo de 500 palabras, impuestos no incluidos. Vale, es muy difícil que un mismo periodista pueda aspirar a escribir en Science, The New York Times y la revista Marie Claire, pero hemos venido a jugar.
El artículo que están leyendo es básicamente introducción, metodología y sorpresa.
En primer lugar, escogí 62 publicaciones que me resultaron interesantes. Algunas son la versión web de cabeceras clásicas y otras son nativos digitales, más recientes pero que están haciendo ruido.
No existe una tarifa estándar porque, en primer lugar, no todos los artículos son igual de extensos o requieren el mismo trabajo, y en segundo, porque algunos periodistas tienen más caché o ya conocían de antes al editor y pudieron negociar un precio mejor. Dada esta probable discrepancia, de aquellas publicaciones iniciales eliminé las que tenían un solo informe. Cuantos más informes tuviera una publicación, mayor sería la veracidad del testimonio.
Me quedaron 50. Decidí quitar también las entradas con dos informes. En algunos sitios alguien decía cobrar 1,20 por palabra y otro una décima parte de eso. Demasiada incertidumbre.
Mi plan inicial era multiplicar las tarifas por el número de palabras de este post, convertir las cantidades a euros, y luego ordenarlas de mayor a menor. Finalmente, decidí incluir también el número de informes o grado de credibilidad y usar mejor este criterio de orden.
También he recogido datos sobre el tiempo que tardan las publicaciones en abonar el artículo, un factor nada desdeñable cuando tienes que pagar el alquiler. Lo he representado con bolitas —nota biográfica— en homenaje a Raúl Díaz Poblete y su visualización para Medicamentalia, que nos valió medio premio García Márquez. El otro medio es de Eva Belmonte, pero, como dice la canción, uno más uno son siete.
Por último, he recabado datos acerca de la dificultad de los encargos: si basta con escribir cuatro párrafos de refrito o requiere investigar algo. Quizá sea demasiado aleatorio, aunque seguro que hay algún interesado.
Quinientas.