Zonas de confort

Creo que voy entendiendo algunas cosas. Nos encanta debatir, o mejor dicho, nos encanta hacer peleas de almohadas con nuestros puntos de vista. Sin apenas permeabilidad. Pero… ¿cómo lo diría? Casi nadie se mete en un debate que pueda perder.

Tengo bastantes amigos y conocidos que se dedican a profesiones creativas: escritores, guionistas, artistas, actores… y recuerdo que cuando aquel affaire de los tuits de Guillermo Zapata todos llevaban el debate al mismo terreno: los límites del humor. 

Podían haber tenido en cuenta otros factores, como la responsabilidad del que deviene representante público o cuánto hay de oral o de escrito en una red social, las consecuencias legales de un ataque de verborrea… Mil cosas, pero claro, todas ellas fuera de su zona de confort. Si te centras en los límites del humor -o más bien, en su ausencia- sólo puedes «ganar». ¿O acaso está usted en contra de la libertad de expresión?

Lo mismo ha pasado esta semana con ese niño sirio muerto boca abajo sobre la arena. Podíamos haber hablado de tantas cosas a raíz de esa imagen. Rutas, culpables, cifras, alternativas. Pero a muchos les ha saltado el resorte: publicar o no. Siempre el eterno debate. «¿Y si hubiera sido un niño español?», «¿Qué habría hecho el New York Times en nuestro lugar?» Y clichés, y odas, y guiños, y ser los garantes de la teoría, teoría, teoría de la información. De nuevo, todos huyendo hacia nuestra zona de confort, donde siempre sabemos ganar la partida. ¿O acaso está usted en contra de contar la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad con toda su crudeza, aunque el relato sea en realidad sobre nosotros y no sobre Siria? ¿Aunque hayamos preferido quedarnos en Madrid debatiendo en lugar de mandar a alguien allí a contarnos lo que pasa en un reportaje que ya veremos si ilustramos con esa u otra foto?

Supongo que todos lo hacemos, pero claro, uno sólo puede mirar hacia afuera. Si alguna vez detectan en mí una huída hacia zonas de confort, por favor, avísenme. O mejor, traten de retenerme en la intemperie hasta que aprenda algo.